El Rincón de la Oración

¿Tienes el Rincón de la oración en tu casa?

El lugar por excelencia para la oración es la capilla o iglesia. La mayoría de los templos están construidos con el fin de acercar la gente a Dios; sobre todo, si se está en presencia de Jesús Sacramentado, en el sagrario.

No obstante, en nuestros hogares, también es posible reservar un rincón o lugarcito reservado a las cosas de Dios. Se trata de crear un lugar dentro de la casa, destinado a la oración, un «pequeño altar» que nos indique y recuerde a los niños que Dios está presente en nuestras vidas.

En sucesivas líneas iremos adjuntando diversas oraciones clasificadas. Estas las podrás utilizar para el Rincón de la Oración. Espero nos ayuden.

La fuerza de la Oración

En las siguientes pestañas te mostramos oraciones sobre alegría.

Si te has parado a contemplar el cielo,
un bosque, un arroyo,
que te han impresionado por algo
que has llamado «belleza»,
si has sentido de pronto ganas de cantar,
o de correr un buen trecho,
por algo que has llamado «alegría»,
si te has preguntado asombrado
cómo alguien cercano a ti
te puede querer
precisamente a ti…
¡puedes entender lo que significa alabar!

 

Carlo Maria Martini

No te inquietes por las dificultades de la vida,

por sus altibajos, por sus decepciones,

por su porvenir más o menos sombrío.

Quiere lo que Dios quiere.

Ofrécele en medio de inquietudes y dificultades

el sacrificio de tu alma sencilla que,

pese a todo,

acepta los designios de su providencia.

Poco importa que te consideres un frustrado

si Dios te considera plenamente realizado,

a su gusto.

Piérdete confiado ciegamente en ese Dios

que te quiere para sí.

Y que llegará hasta ti, aunque jamás lo veas.

Piensa que estás en sus manos,

tanto más fuertemente cogido,

cuanto más decaído y triste te encuentres.

Vive feliz. Te lo suplico. Vive en paz.

Que nada te altere.

Que nada sea capaz de quitarte tu paz.

Ni la fatiga psíquica. Ni tus fallos morales.

Haz que brote,

y conserva siempre sobre tu rostro,

una dulce sonrisa,

reflejo de la que el Señor

continuamente te dirige.

Y en el fondo de tu alma coloca,

antes que nada,

como fuente de energía y criterio de verdad,

todo aquello que te llene de la paz de Dios.

Recuerda:

cuanto te deprima e inquiete es falso.

Te lo aseguro en el nombre

de las leyes de la vida

y de las promesas de Dios.

Por eso,

cuando te sientas apesadumbrado, triste,

 adora y confía.

Teilhard de Chardin sj

Esta mañana

enderezo mi espalda,

abro mi rostro,

respiro la aurora,

escojo la vida.

 

Esta mañana

acojo mis golpes,

acallo mis límites,

disuelvo mis miedos,

escojo la vida.

 

Esta mañana

miro a los ojos,

abrazo una espalda,

doy mi palabra,

escojo la vida.

 

Esta mañana

remanso la paz,

alimento el futuro,

comparto alegría,

escojo la vida.

 

Esta mañana

te busco en la muerte,

te alzo del fango,

te cargo, tan frágil.

Escojo la vida.

 

Esta mañana

te escucho en silencio,

te dejo llenarme,

te sigo de cerca.

Escojo la vida. 

Benjamín González Buelta, sj

Si tienes mil razones para vivir,
si has dejado de sentirte solo,
si te despiertas con ganas de cantar,
si todo te habla
–desde las piedras del camino
a las estrellas del cielo,
desde las luciérnagas que se arrastran
a los peces, señores del mar–,
si oyes los vientos
y escuchas el silencio,
¡exulta!
El amor camina contigo,
es tu compañero,
es tu hermano…

 

Dom Hélder Câmara

Quien diga que Dios ha muerto

que salga a la luz y vea

si el mundo es o no tarea

de un Dios que sigue despierto.

Ya no es su sitio el desierto,

ni en la montaña se esconde;

decid, si os preguntan dónde,

que Dios está sin mortaja

en donde un hombre trabaja

y un corazón le responde.

José Luis Blanco Vega, sj

Líbranos, Señor, de la tristeza.
Mana desde heridas viejas
y desde nuevos golpes repentinos
no bastante llorados
en lo que tienen de despojo,
ni bastante acogidos
en lo que tienen de nueva libertad.


Se infiltra astuta en la mirada
y apaga el brillo
de las realidades cotidianas.
Va depositando
en la coyuntura de los huesos
su rigidez y su torpeza.
Un aire inasible
empapa de desazón indescifrable
los recuerdos luminosos.
Las certezas cálidas de ayer
parecen arqueología ajena,
esculturas sin nombre
en plazas olvidadas.
Como nube empujada por el viento
con formas grotescas y cambiantes
nos oculta el horizonte
con su amenaza fantasmal.


La tristeza se esconde
bajo el deber cumplido
y la respuesta esperada por la gente.


Maquilla su rostro
con arrugas de ayuno.
Se disfraza de sensatez
que todo lo calcula bien.
Va doblando las espaldas
con el ancho escapulario
de los «cofrades resignados»,
que han visto y saben todo,
y ya no esperan nada nuevo
que valga la pena celebrar.


Al pasar las siluetas juveniles
con sus risas de colores,
va quedando un poso de nostalgia,
de oportunidades nunca atrapadas
en el puño ya sin fuerza.
La tristeza nos deja en el alma
un residio de vida usada,
de Dios de catecismo
con las preguntas y respuestas
ya sabidas de memoria,
repetidas hasta el tedio.
¡Líbranos de la tristeza,
Señor de la alegría!

 

Benjamín G. Buelta, sj

En las siguientes pestañas te mostramos oraciones sobre la vocación.

Quiero ser pastor

que vele por los suyos;

árbol frondoso

que dé sombra

al cansado;

fuente donde

beba el sediento.

Quiero ser canción

que inunde los silencios;

libro que descubra

horizontes remotos;

poema que deshiele

un corazón frío;

papel donde se pueda

escribir una historia.

 

Quiero ser risa en los

espacios tristes,

y semilla que prende

en el terreno yermo.

Ser carta de amor para el solitario,

y grito fuerte para el sordo…

 

Pastor, árbol o fuente,

canción, libro o poema…

Papel, risa, grito, carta, semilla…

Lo que tú quieras, lo que tú pidas,

lo que tú sueñes, Señor…

eso quiero ser.

José María Rodríguez Olaizola, sj

Dios nos eligió

para mostrarnos unos a otros

el rostro del amor de Dios.

Somos el vocabulario de Dios;

palabras vivas

para dar voz a la bondad de Dios

con nuestra propia bondad,

para dar voz a la compasión, la ternura,

la solicitud y la fidelidad de Dios

con las nuestras propias.

Leo Rock, sj

Sed buenos: buenos en vuestro rostro,

que deberá ser distendido,sereno y sonriente;

buenos en vuestra mirada,

una mirada que primero sorprende y luego atrae.

Sed buenos en vuestra forma de escuchar:

de este modo experimentaréis, una y otra vez,

la paciencia, el amor, la atención

y la aceptación de eventuales llamadas.

Sed buenos en vuestras manos:

manos que dan, que ayudan,

que enjugan las lágrimas,

que estrechan la mano del pobre y del enfermo

para infundir valor, que abrazan al adversario

y le inducen al acuerdo,

que escriben una hermosa carta a quien sufre,

sobre todo si sufre por nuestra culpa;

manos que saben pedir con humildad para uno mismo

y para quienes lo necesitan,

que saben servir a los enfermos,

que saben hacer los trabajos más humildes.

Sed buenos en el hablar y en el juzgar:

Sed buenos, si sois jóvenes, con los ancianos;

y, si sois ancianos, sed buenos con los jóvenes.

Sed contemplativos en la acción:

mirando a Jesús –para ser imagen

de Él– sed, en este mundo y en esta Iglesia,

contemplativos en la acción;

transformad vuestra actividad ministerial

en un medio de unión con Dios.

Sed santos: el santo encuentra mil formas, aun revolucionarias,

para llegar a tiempo allá donde la necesidad es urgente.

El santo es audaz, ingenioso y moderno;

el santo no espera a que vengan de lo alto

las disposiciones y las innovaciones;

el santo supera los obstáculos y, si es necesario,

quema las viejas estructuras superándolas…

Pero siempre con el amor de Dios

y en la absoluta fidelidad a la Iglesia

a la que servimos humildemente

porque la amamos apasionadamente.

 

(de un retiro a sacerdotes en Cagliari, 11 de marzo de 1976)

Pedro Arrupe

¡No me mandes callar!

No puedo obedecerte.

Tu perdón me ha quemado como un fuego

y lo tengo que hablar

siempre y a todos,

aunque me lo prohibas,

o aunque no me lo crean.

Si, por eso, me echan de esta tierra,

saldré hablando de Tí.

 

Diré que eres de todos,

siempre el mismo,

que tu amor no depende de nosotros,

que nos amas igual, aunque no amemos;

nuestro título ante Ti es la pobreza

de no amar.

Que eres voz que llama siempre

a cada puerta,

con nombre exacto, inconfundible;

que no pides nada,

das y esperas

el tiempo que haga falta;

que no fuerzas los ritmos de los hombres,

que no cansas,

no te cansas,

y que tu amor es nuevo cada día;

que te dolemos todos,

cuando no te buscamos.

 

Diré muchas más cosas:

que basta con mirarte en cualquier sitio,

porque todos son tuyos,

para ser otra cosa;

simplemente

para ser persona.

¡Señor, que chispa a chispa,

no me canse

de prender este fuego!

Ignacio Iglesias, sj

En las siguientes pestañas te mostramos oraciones sobre el Amor.

Ya ves qué tontería,

me gusta escribir tu nombre,

llenar papeles con tu nombre,

llenar el aire con tu nombre;

decir a los niños tu nombre,

escribir a mi padre muerto

y contarle que te llamas así.

Me creo que siempre que lo digo me oyes.

Me creo que da buena suerte.

Voy por las calles tan contenta

y no llevo encima más que tu nombre.

Gloria Fuertes

Te doy gracias, Señor, 

porque eres bueno,

porque es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

Te doy gracias, Señor, 

Dios de todo,

porque en todo lo mío 

Tú intervienes,

porque es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

Tú haces grandes 

maravillas:

la potencia del Universo,

el misterio de la Vida,

la fuerza del Amor,

mi propio ser…..

porque es constante y eterno

tu amor con todo 

y también conmigo.

 

Me sacaste de aquello

que un tiempo me hizo esclavo,

con mano tensa y fuerte brazo

como ‘tira de uno’ aquel que es buen amigo…

porque es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

Cuando no tenía fuerzas,

me abriste el camino:

pasé y fui salvado por Ti

desde la experiencia 

del antiguo Egipto

sentí en mi vida una vez más

que es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

 

Me llevas al desierto,

pero vienes conmigo,

me sacas… y me guías a tu 

estilo haciendo brotar fuera

aquello que en mí, 

tú pusiste escondido,

pero yo nunca supe porqué 

no había podido:

quitaste de muy dentro 

«poderes escondidos»,

rompiste mis cadenas 

y viniste conmigo;

yo, a tientas, descubría

porque es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

Tú me das, Señor, 

el pan que necesito,

el pan que me da vida

y aunque me canso…. ¡Vivo!

Si recuerdo mi historia….

has puesto en cada instante 

el pan que necesito.

No me dejes, 

ahora que estoy cansado

hazme experimentar

que es constante y eterno 

tu amor conmigo.

 

A quienes leáis esto, 

¡ os invito !:

leed en vuestra historia

la salvación que El hizo,

la salvación concreta 

que El realiza hoy

con vosotros y conmigo….

 

A todos nos regala 

el don de pronunciar:

te doy gracias, Señor,

 porque es constante y eterno tu amor conmigo.

Adaptación del Salmo 136

¡Qué extraño trato con Dios…!
¡Señor, concédeme esto!
¡Señor, que consiga tal cosa!
¡Señor, cúrame!
Como si Dios no supiera, mejor que nosotros,
lo que necesitamos.
¿Acaso el pequeño dice a su madre:
«Prepárame tal papilla»?
¿O el enfermo al médico:
«Recéteme tal medicina»?
¿Quién podrá decir si lo que nos falta
no es cosa peor que lo que tenemos?
Digamos, pues, tan sólo esta plegaria:
«Señor, no dejes nunca de amarnos…»

Raoul de Follereau

Dame la libertad y la esperanza

frente al poder y el odio cada día.

Tómame de las manos y endereza

mis sendas hacia Ti cuando me pierdo.

 

Quiero besar tu nombre, releerlo

en la piedra, en el agua, en la mirada

llena de golondrinas y luceros

de los niños al sol, solos y frágiles.

 

Lavo mi frente hoy de la tristeza,

mis manos de recuerdos y delitos.

Pongo mis pies en medio de tus sendas

y extiendo el corazón ante tus ojos.

 

Señor, antiguo amigo, novio ausente

y cercano a la vez,

bajo mis noches de atribulada luna,

vengo a amarte

a espaldas de los hombres y los árboles.

Valentín Arteaga

Si el amor nos hiciera poner
hombro con hombro,
fatiga con fatiga
y lágrima con lágrima.
Si nos hiciéramos unos.
Unos con otros.
Unos junto a otros.
Por encima del oro y de la nieve,
aún más allá del oro y de la espada.
Si hiciéramos un bloque sin fisura
con los seis mil millones
de rojos corazones que nos laten…
¡qué hermosa arquitectura
se alzaría del lodo!

Angela Figueira Aymerich

El Rincón de la Oración
Etiquetas: